Cuando leemos algunos relatos de El conde Lucanor, como el de "Lo que sucedió a un mancebo que casó con una muchacha muy rebelde", los comentarios que se oyen son: "¡Eso es violencia de género".
Hay otras cosas que les cuesta más ver, pero enseguida se dan cuenta. Después de leer otro relato del mismo libro, como Doña Truhana, y compararlo con otras versiones, como la del Cuento de la lechera de Esopo, y la posterior de Samaniego, comentamos las diferencias, entresacamos la moraleja, la discutimos y alguien dice: "Pero qué casualidad que siempre sea una mujer la patosa".
La historia sigue, pero vamos a sacar una conclusión: la Literatura nos muestra cómo vivían, cómo eran considerados, qué se esperaba de ellos, qué podían y qué no podían hacer hombres y mujeres, y, desde luego, no es lo mismo. Podríamos sintetizarlo así:
1. La mujer no tiene cabeza, es torpe, tiene pájaros en la cabeza, fantasiosa……. La lechera y sus versiones.
2. Por eso no puede tomar decisiones importantes como el matrimonio, no se le pueden dar responsabilidades…. En la Celestina, Alisa le dice a su marido Pleberio, hablando del casamiento de Melibea: " Pero como esto sea oficio de los padres y muy ajeno a las mujeres, como tú lo ordenares seré yo alegre; y nuestra hija obedecerá, según su casto vivir y honesta vida y humildad". Recuerdo la larga tradición de matrimonios concertados recogida y criticada en la literatura.
3. Es mala, pecadora, mentirosa, llena de defectos por naturaleza….. Discurso misógino de Sempronio quien critca a Calisto por: " Que sometes la dignidad del hombre a la imperfección de la flaca mujer". Una página entera dedica a recoger los insultos que desde antiguo hombres doctos como Séneca o Aristóteles han vertido sobre la mujer. Para que sirva de muestra: " ¿quién te contaría sus mentiras, sus tráfagos, sus cambios, su liviandad, sus lagrimillas, sus alteraciones, sus osadías? Que todo lo que piensan, osan sin deliberar".
4. Tantos defectos y su falta de seso acarrean el mal del hombre y de la humanidad…….Aquí podemos remontarnos tanto al mito de Pandora, como al relato bíblico de la expulsión del paraíso por culpa de Eva, cómo no.
5. Por ello necesita un hombre que la domine y al que ella tenga que obedecer, aunque sea por la fuerza, maltratándola física o psicológicamente. "Lo que sucedió a un mancebo que casó con una muchacha muy rebelde" que es la misma idea de La fierecilla domada.
6. Las únicas virtudes que se reconocen a una mujer es su belleza exterior y su castidad, si la pierde, pierde su honra. Múltiples ejemplos tenemos de esto. En la Celestina los padres de Melibea lo dejan claro: "En quien caben las cuatro principales cosas que en los casamientos se demandan, conviene a saber: lo primero discreción, honestidad y virginidad; segundo, hermosura; lo tercero el alto origen y parientes; lo final, riqueza. De todo esto la dotó natura".
Por eso Melibea le pide a Calisto que no pase a mayores, a lo que él, por supuesto, hace oídos sordos. El diálogo entero no tiene desperdicio, yo solo pondré una pequeña muestra: " Por mi vida, que aunque hable tu lengua cuanto quisiere, no obren las manos cuanto pueden. Está quedo, señor mío. Bástete, pues ya soy tuya, gozar de lo exterior, de esto que es propio fruto de amadores; no me quieras robar el mayor don que la natura me ha dado".
7. Las normas sociales y quienes las han hecho, los hombres, le han impuesto a la mujer que diga no aunque quiera decir sí, porque su deseo, su voluntad no importan, solo cumplir el rol que le han asignado. Esto conecta con lo anterior y motiva la queja de Melibea sobre la condición de la mujer: "¡Oh género femíneo, encogido y frágil! ¿Por qué no fue también a las hembras concedido poder descubrir su congojoso y ardiente amor como a los varones? Que ni Calisto viviera quejoso ni yo penada".
Por suerte, ahora la mujer se va liberando de estos estereotipos y empieza a decir y hacer lo que quiere. Que quede claro que NO ES NO. Esto, por supuesto, no lo entiende el pobre Calisto, que insiste e insiste porque solo tiene en cuenta su deseo y vanagloriarse de haber conseguido tal trofeo. Para nada le preocupa que su "amada" pierda con ello la honra, que es todo lo que una mujer podía ofrecer en aquella época. Y aquí viene otro diálogo para no perder detalle, cuando Melibea se da por vencida y le pide a su criada Lucrecia que se aparte:
"CALISTO.- ¿Por qué, mi señora? Bien me huelgo que estén semejantes testigos de mi gloria.
MELIBEA.- Yo no los quiero de mi yerro. Si pensara que tan desmesuradamente te habías de haber conmigo, no fiara mi persona de tu cruel conversación".
8. Pero tampoco se tiene en cuenta su palabra, si el hombre quiere, la viola o la rapta o la presiona hasta que cede, como en el caso de Calisto y Melibea. La mitología griega está llena de raptos, engaños y también violaciones, como la de Medusa por Poseidón, aunque no fue la única de este dios, como veréis en el enlace.
9. Si dice no, malo porque es una ingrata. Si dice sí, malo porque es una perdida. Así lo recoge Sor Juana Inés de la Cruz en su famoso poema:
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
Combatís su resistencia
y luego con gravedad
decís que fue liviandad
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